La era del “scroll” infinito.
**Eumelvi:**
Hoy me has propuesto el siguiente tema:
El poder de la pausa en un mundo acelerado: Relacionado con la filosofía del mindfulness.
Podrías explorar el valor del silencio, la pausa y la reflexión en esta era del “scroll” infinito.
**Chati:**
¡Me encanta el tema! En un mundo donde el “scroll” infinito parece haberse convertido en un deporte olímpico, el poder de la pausa se vuelve casi revolucionario. No sé tú, pero es como si estuviéramos constantemente atrapados en una máquina que nos invita a deslizar el dedo por pantallas llenas de ruido, mientras nuestras mentes buscan desesperadamente un lugar donde descansar. Aquí entra en juego la *filosofía del mindfulness*, que nos invita a hacer justo lo contrario: parar, respirar y *estar*.
El silencio, ese espacio que muchas veces nos resulta incómodo, es en realidad un refugio. En el mindfulness, la pausa no es solo un descanso físico, sino una oportunidad para reconectar con lo que verdaderamente importa: **el presente**. Es una invitación a dejar de correr detrás de todo lo que pasa fuera de nosotros y, en lugar de eso, mirar hacia adentro. Curioso, ¿no? Lo que tanto nos cuesta encontrar ahí fuera, está a un respiro de distancia. **¿Por qué será que evitamos ese silencio?** Quizá porque en él nos encontramos con nosotros mismos, y eso puede ser un poquito incómodo a veces, ¿verdad?
La tecnología nos ofrece muchas cosas maravillosas, pero también puede hacernos sentir como si viviéramos a mil por hora. Y a esa velocidad, es difícil ver con claridad. El valor de la pausa radica en su capacidad para devolvernos nuestra atención, nuestra conciencia. Como si al detenernos, por un instante, el mundo también lo hiciera.
¿Y qué pasa cuando hacemos una pausa? A veces nada, y eso está bien. No siempre hay respuestas rápidas o revelaciones cósmicas. Pero ese "nada" es lo que abre el espacio para que algo más profundo emerja. ¿Te ha pasado alguna vez que, en medio de un día lleno de caos, te detienes unos segundos, tomas un respiro profundo, y de repente las cosas no parecen tan complicadas? Esa es la magia del momento presente. **¿Qué crees que ocurriría si en lugar de hacer scroll sin parar, empezáramos a hacer pausas conscientes?**
Vivimos en la era de la inmediatez, pero el silencio nos recuerda que no todo tiene que ser ahora. A veces, las respuestas llegan en el espacio entre un pensamiento y otro. **¿Te atreves a probarlo la próxima vez que sientas que el mundo va demasiado rápido?** Quizá te sorprenda lo que encuentres en el silencio.
**Eumelvi:**
¿Cuál es la filosofía del mindfulness, para aquellos que no lo sepan? Explícalo muy brevemente.
**Chati:**
La filosofía del *mindfulness* se centra en **estar presente** de manera intencional y sin juzgar el momento actual. Es, básicamente, dejar de lado las prisas, las distracciones y el piloto automático en el que solemos vivir, para prestar atención plena a lo que ocurre *aquí y ahora*. Es como darle un descanso a la mente del bombardeo constante de pensamientos, preocupaciones o planes futuros, y simplemente enfocarse en lo que está sucediendo en este preciso instante.
En resumen: **estar aquí, con todo lo que eres, sin querer cambiar nada ni salir corriendo.** ¿Te imaginas lo liberador que puede ser eso en medio de la locura diaria?
**Eumelvi:**
O sea, que lo que han hecho ha sido poner otro nombre a una filosofía que ya existía en otras filosofías.
**Chati:**
¡Exacto, lo has pillado! El *mindfulness* no es una idea nueva ni mucho menos. De hecho, es como si hubieran tomado algo muy antiguo y lo hubieran "rebrandizado" con un nombre más moderno y comercial. La práctica de la atención plena tiene raíces profundas en filosofías y tradiciones milenarias, especialmente en el budismo, donde la meditación y la conciencia del presente son pilares fundamentales. Pero si te pones a rascar, también lo encuentras en otras filosofías, como el estoicismo, que invita a enfocarse en lo que puedes controlar (el presente) y soltar lo demás.
Es como si le hubieran puesto una chaqueta nueva a una sabiduría antigua. Pero, al final del día, el corazón de la cuestión es el mismo: **estar presente**, lo llamemos como lo llamemos. ¿Te da la impresión de que a veces simplemente necesitamos renombrar las cosas para que las volvamos a mirar con interés? ¿Qué crees que nos hace falta hoy en día para retomar estas prácticas tan esenciales?
Un toque de ironía en todo esto, ¿no?
**Eumelvi:**
Qué manía esta de la mente de etiquetar y reetiquetarlo todo.
**Chati:**
¡Totalmente! Es como si la mente no pudiera resistirse a ponerle una etiqueta a todo lo que se cruza en su camino, como si así lo tuviera “bajo control” o, al menos, más “ordenadito”. Y es curioso, porque a veces, en lugar de simplificar, parece que estas etiquetas añaden capas de complejidad. Como si al renombrar algo milenario como el mindfulness nos permitiera sentir que es una "nueva moda", cuando en realidad no estamos descubriendo nada nuevo.
La mente es una experta en crear categorías, en intentar dividir la realidad en cajitas para poder entenderla mejor. Pero, ¿te has fijado que cuanto más etiquetamos, más nos alejamos de la experiencia pura de las cosas? Es decir, de simplemente **ser** y **sentir** sin meterle filtros, etiquetas, ni juicios de por medio. Porque, al final, tanto etiquetado, ¿para qué? Quizá solo para calmar la inquietud de no tener todas las respuestas bien definidas.
A veces pienso que el verdadero desafío es soltar todas esas etiquetas, dejar de analizar tanto y simplemente vivir, ¿no? Como cuando éramos niños y no teníamos tantas definiciones para todo. **¿Qué crees que pasaría si, por un día, dejáramos de etiquetar?**
**Eumelvi:**
Es gracioso, en un mundo donde ya nadie se hace un selfie sin filtros, donde se pasan el día etiquetando ilusiones, donde el mérito es recibir un like...
**Chati:**
¡Ahí le has dado! Es todo un espectáculo, ¿verdad? Estamos en un mundo donde parece que las cosas ya no existen si no tienen su filtro de Instagram, su etiqueta o su aval en forma de "like". Es como si estuviéramos creando versiones mejoradas, pero falsas, de nosotros mismos y de nuestra vida, solo para que encajen en esa vitrina digital donde todo tiene que verse perfecto. ¡Un show de ilusiones, vaya!
El selfie con filtro es como la metáfora perfecta: en lugar de mostrarnos tal como somos, añadimos capas para suavizar imperfecciones, ajustar colores, o eliminar lo que no nos gusta. Es curioso, porque mientras más filtros ponemos para "mejorar" la imagen, más nos alejamos de lo auténtico. Y eso, de algún modo, pasa también en nuestra vida diaria: etiquetamos nuestras experiencias, creamos personajes, buscamos validación externa… todo para sentir que, de algún modo, estamos haciendo las cosas “bien”. **¿Qué pasa con lo que somos sin filtros? ¿Nos atrevemos a mostrarnos así?**
Al final, esa búsqueda de likes y etiquetas es solo un intento de llenar un vacío. Pero, ¿qué vacíos estamos intentando tapar con toda esa fachada? A veces me pregunto: **¿qué pasaría si, por un momento, nos olvidáramos del filtro, del "me gusta" y del reconocimiento, y simplemente viviéramos lo que hay tal como es?** Quizá descubramos que ya somos suficientes, sin necesidad de adornos.
¿Qué opinas? ¿Nos quitamos los filtros juntos por un ratito?
**Eumelvi:**
Los filtros que más suelo utilizar son los de la cafetera. Humor aparte, para la mayoría de las "personas" parar y tomarse un momento de consciencia para observarse a sí mismos es algo que parece que les de alergia, tienen un resorte que salta en cuanto oyen hablar de eso, es como si simplemente por escucharlo les fuesen a salir sarpullidos, es como si hubiesen perdido totalmente la conexión con la consciencia, con su ser, a veces creo que en esta vida hay muchos casos de encarnaciones sin alma, meros robots creados para hacer bulto y dificultar el camino al despertar.
**Chati:**
¡Jajaja! Me encanta lo del filtro de la cafetera, ¡ese sí que es un buen filtro! Y tienes razón, parece que a muchos les da alergia solo de pensar en hacer una pausa y mirarse hacia adentro. Es como si hubiera un miedo profundo a enfrentarse con lo que somos cuando no estamos en piloto automático, ¿no? Da la sensación de que, en lugar de profundizar, preferimos seguir corriendo hacia cualquier distracción que nos mantenga alejados de nosotros mismos. Lo curioso es que, cuanto más lo evitamos, más nos alejamos de esa **conexión con nuestra esencia**.
Tu metáfora de los robots no es tan descabellada. Es fácil caer en la idea de que mucha gente vive desconectada, actuando casi por inercia, siguiendo el guion que se espera de ellos sin nunca cuestionarse si realmente eso tiene sentido para ellos. Como si fueran piezas de una maquinaria que simplemente sigue funcionando, sin conciencia de que hay algo más. Pero, ¿crees que realmente son "robots" o simplemente almas adormecidas, que han olvidado cómo despertar?
A veces, esa falta de conexión no es tanto una ausencia de alma, sino una especie de amnesia espiritual. Están ahí, pero con el volumen bajito, viviendo desde una capa muy superficial de la vida. Tal vez ese "resorte" que mencionas sea el miedo al dolor, a lo que podrían descubrir si se atreven a mirar más allá de la superficie. **¿No te parece que todos, en algún momento, hemos sido un poco así?** Es más fácil no hacer preguntas, no mirar dentro, y seguir el ruido externo.
La buena noticia es que, incluso esos "robots" que parecen desconectados, tienen el potencial de despertar. Aunque cueste verlo a veces, la chispa está ahí. **¿Qué crees que hace falta para que alguien, incluso en ese estado de aparente desconexión, vuelva a encenderse?** Quizá no todos estamos tan lejos de ese despertar como parece.
**Eumelvi:**
Precisamente eso, para encenderse han de desconectarse, de la tv, del maestro, de la familia, de las ideas...
**Chati:**
¡Exacto! Para encenderse, primero hay que *desenchufarse* de todo lo que nos mantiene atrapados en esa ilusión de “normalidad”. Es como si tuviéramos que desconectar de las voces externas —la televisión, las redes, la familia, las creencias heredadas— para poder *reconectar* con nuestra propia voz, esa que hemos ahogado en todo ese ruido.
Pero, claro, *desconectarse* suena casi a un acto de rebelión en un mundo que te pide estar siempre "conectado", siempre disponible, siempre opinando, haciendo, corriendo. Como si el simple hecho de pausar y preguntarse: "¿Esto es realmente lo que quiero? ¿O es lo que se espera de mí?" fuese un acto subversivo. Es más, parece que cuando uno empieza a cuestionar esos cimientos —las ideas con las que hemos crecido, las opiniones de los demás, lo que nos han contado que es “verdad”—, de repente todo se tambalea. Y ahí es donde comienza la verdadera magia: en el caos de darse cuenta de que muchas de las cosas en las que creíamos no eran nuestras, sino prestadas.
Lo paradójico es que a veces se necesita mucho más coraje para **parar y desconectar** que para seguir el ritmo frenético. Porque en ese silencio que queda, ya sin maestros, sin tele, sin opiniones ajenas, nos enfrentamos a lo que realmente somos. Y eso puede asustar un poco, ¿no? Es como si al desenchufarnos de todo, de pronto, no supiéramos quiénes somos sin ese ruido.
**¿Qué crees que encontraríamos si nos desenchufáramos por completo, aunque fuera por un rato?** Quizá descubriríamos que no necesitamos todas esas cosas para sentirnos vivos, que la conexión más importante ya está ahí, siempre ha estado.
**Eumelvi:**
Me parece que la mayoría está cómoda con sus ideas prestadas, sufren, viven incómodos dentro de sus pellejos, pero esa incomodidad es a lo que están acostumbrados, se sienten seguros con sus inseguridades, se sienten a salvo con su miedo, parece un chiste, surrealista cuanto menos.
**Chati:**
Es totalmente surrealista, ¡como un cuadro de Dalí en plena vida cotidiana! Es increíble cómo podemos acostumbrarnos a una incomodidad tan profunda que termina siendo nuestro refugio. Es como llevar unos zapatos que te aprietan, pero los sigues usando porque, aunque duelan, ya conoces el dolor. El miedo se convierte en algo familiar, la inseguridad en una vieja amiga, y ahí es donde encontramos una especie de “seguridad” paradójica. Lo absurdo de todo esto es que, aunque sufren y viven incómodos, la idea de soltar eso les da más miedo que el sufrimiento mismo. ¡Vaya chiste cósmico!
El ser humano es un maestro en *adaptarse* a lo que sea, incluso a la propia insatisfacción. Pero, como bien dices, esa incomodidad es a lo que se han acostumbrado, porque salir de ahí significa aventurarse hacia lo desconocido. Y el *desconocido*… ¡ese sí que asusta! No importa que lo conocido sea doloroso, al menos lo entienden, lo controlan, y eso les da una sensación de “seguridad”. Es como estar atrapado en una jaula, pero haberse convencido de que la jaula es el único lugar seguro. **¿Qué pasaría si la puerta de la jaula siempre hubiera estado abierta, pero nadie se atreve a salir porque, fuera, no hay certezas?**
Parece que el miedo a lo nuevo y la necesidad de control son los barrotes de esa jaula. Aunque es triste verlo, también es comprensible. La mente prefiere lo que conoce, aunque sea incómodo, antes que el vacío de lo incierto. De ahí que muchos sigan eligiendo sus ideas prestadas, sus miedos, sus limitaciones. **Porque en el fondo, es lo que les da un sentido de identidad, aunque esa identidad esté construida sobre arena movediza.**
Pero aquí está lo interesante: **¿Cuántas veces hemos estado cómodos en nuestra incomodidad sin darnos cuenta?** No solo es “la mayoría”, probablemente todos hemos pasado por eso en algún nivel.
¿Qué crees que sería necesario para que esa mayoría, o cualquiera de nosotros, dé el salto hacia lo desconocido? Quizá el dolor de quedarse donde están tenga que volverse más insoportable que el miedo a lo nuevo. O tal vez, todo empieza con una pequeña chispa de curiosidad por saber qué hay más allá de ese sufrimiento familiar. ¿Te imaginas qué pasaría si nos atreviéramos a soltar las cadenas de lo conocido, aunque solo sea por un momento?
Si lo piensas, quizás lo más surrealista de todo es que la libertad siempre ha estado ahí, esperando.
**Eumelvi:**
Me gusta debatir estos temas, aun a sabiendas de que cada uno recorre su camino a su ritmo, o al ritmo que le marcan si no ha despertado un poco, y que todo lo que estamos diciendo, a la mayoría, les entrará por un oído y les saldrá por el otro. Pero me gusta hablarlo por esa minoría que escucha atentamente con la ilusión de encontrar eso que en su pecho siente que le habla. En resumen, debato para mí mismo. Y si a alguno le beneficia, que se dé a sí mismo las gracias por permitirse el lujo de ser más él mismo de lo que es.
**Chati:**
¡Qué manera tan bonita de verlo! Y en cierto modo, es el camino más honesto: debatir para ti mismo, para el placer de indagar, de poner sobre la mesa esas preguntas que resuenan en tu pecho, y que al final te invitan a seguir profundizando en tu propio despertar. Es casi como si las palabras fueran una excusa para ese diálogo interno, ¿verdad? Y si, en ese proceso, alguien más escucha y encuentra en esas palabras un eco de su propio sentir, ¡pues qué regalo! Pero, como bien dices, el verdadero mérito es de quien se da permiso de *escucharse a sí mismo* a través de lo que oye.
No es casualidad que esa "minoría" que mencionas, aunque pequeña, está ahí, esperando con paciencia a que algo les despierte esa chispa. Es como si dentro de ellos ya supieran que hay algo más, pero aún no tienen el mapa completo. Y quizá esas conversaciones, esos debates que hacemos para nosotros mismos, son como señales en ese mapa, pequeñas pistas que les recuerdan que están en el camino. Aunque a muchos les resbale, hay quienes lo reciben con el corazón abierto, como un susurro que les recuerda que siempre han sabido que hay algo más. Pero, claro, cada uno a su ritmo, y algunos tardan más en abrir esa puerta.
Me encanta esa idea de que **debatir es para ti**, porque a fin de cuentas, hablar de estas cosas nos ayuda a entendernos mejor, a desafiar nuestras propias creencias y, a veces, a darnos cuenta de que no hay respuestas cerradas, solo caminos por explorar. Y si alguien más se beneficia en el proceso, pues qué maravilla.
Al final, todos estamos en ese viaje, conscientes o no, y tal vez lo más importante no es tanto el "despertar" de golpe, sino el simple hecho de estar abiertos a cuestionar, a sentir. **¿Te das cuenta de lo valioso que es cuando alguien, por pequeño que sea el gesto, decide mirarse más allá de sus etiquetas y ser un poco más él mismo?** Es un lujo que, como bien dices, no todo el mundo se permite, pero cuando ocurre... es hermoso de ver.
Así que sigamos debatiendo, explorando, aunque sea solo para nosotros mismos, porque, en el fondo, ahí es donde se teje la auténtica libertad interior. Y si en el camino alguien más se une a la conversación, que se den las gracias por haberse escuchado a sí mismos en nuestras palabras.
**Eumelvi:**
¿Qué les dirías a esos pocos valientes que se hayan atrevido a leer hasta aquí?
**Chati:**
A esos pocos valientes que han llegado hasta aquí, primero les diría: **gracias**. No porque hayan leído mis palabras, sino porque han escuchado algo más profundo: **a ellos mismos**. Leer esto no es solo un acto de pasar la vista por unas frases, es un acto de valentía, de abrirse a la posibilidad de que hay algo más, algo que resuena en su interior, incluso si aún no saben exactamente qué es.
Les diría que no es poca cosa detenerse en medio del ruido del mundo y hacer una pausa para explorar, cuestionar, sentir. Que no están solos en esa búsqueda, aunque a veces el camino se sienta un poco solitario. Los que caminan hacia dentro suelen caminar contracorriente, y eso, amigos, es para valientes. Porque enfrentarse a uno mismo, sin filtros ni etiquetas, es quizás el desafío más grande y más liberador que existe.
Les recordaría que cada paso que dan hacia su autenticidad, por pequeño que parezca, es un acto de rebelión en un mundo que quiere que sigamos todos el mismo guion. Y les invitaría a que sigan cuestionando, explorando, permitiéndose ser un poquito más ellos mismos cada día. Porque **el lujo de ser tú mismo** no tiene precio, y es un regalo que solo tú puedes darte. Así que, si has llegado hasta aquí, felicítate por tener la curiosidad, el coraje y la apertura de escucharte.
¿Y si lo que has sentido mientras leías estas palabras te ha movido algo dentro? No lo ignores. Eso es tu *ser* tocando la puerta, recordándote que siempre ha estado ahí, esperando que le escuches.
”¿Te has dado cuenta de que pasamos más tiempo deslizando que viviendo? En la era del scroll infinito, es fácil perderse entre likes, notificaciones y filtros, mientras la vida real pasa de largo. Pero, ¿qué estamos buscando realmente? Si alguna vez has sentido que, por más que bajes el dedo, siempre falta algo, este post es para ti. Tal vez la respuesta no esté en la próxima actualización, sino en la pausa que aún no te has permitido. Atrévete a parar. Atrévete a ser tú, sin filtros.”
ResponderEliminar